Nuestra querida escuela inundada!!!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Psicosis

Comencé a correr. Aún estaba oscuro. La lluvia no me permitía ver el camino. A lo lejos se escuchaba el soplar del viento sobre los árboles; en algún momento llegué a un pastizal luminoso. Estaba cansado y me detuve. Comencé a respirar agitadamente, me sentía débil. Podía ver en mis lentes empañados el reflejo de la luna. El frio inmenso me golpeaba de frente en la cara como un puñetazo en el pecho.
    Era tanto el silencio, que logré escuchar algo a lo lejos: un sonido extraño y escalofriante, parecido al maullido de un gato. No dude en alejarme. Pensé que ya habían pasado muchas horas, más aún era de noche. Mis ojos podían seguir viendo la luz de las estrellas, el crepúsculo parecía no llegar, comencé a divagar.
    Los pasos de algo o alguien más se escuchaban cada vez más cerca de mí, pero al mirar a mi alrededor no veía nada más que árboles y una calle principal a la cual no se le veía el final. Sólo escuchaba cosas, cosas horribles a lo lejos que no entendía, pero que eran escalofriantes. No sabía qué hacer, quedarme ahí parado a esperar lo inesperado, o seguir en movimiento. Estaba en blanco, pero con un gran miedo, como un grito ahogado en  mi garganta.
Los ruidos escalofriantes que anteriormente había escuchado a lo lejos, ahora me sonaban rozando al oído en todas direcciones, pero no había nada, no veía a nadie, más que a mí mismo, ahí parado, en medio de aquel lugar insólito. Había un poco de luz proveniente de una lámpara en una esquina, y entonces logre ver que el suelo comenzaba a romperse. Se comenzaron a formar grandes hoyos en la acera y de ellos comenzaron a salir sombras parecidas a manos largas y espeluznantes por todos lados, estaba rodeado. Como pude corrí hacia el único lugar donde no vi ninguna de esas cosas, corrí tan rápido como pude hasta perder de vista todo aquello y entonces me tope de frente con una gran casa blanca que se encontraba un poco maltratada, mi primera reacción fue de no saber si debía entrar o quedarme ahí afuera, más un segundo después ya estaba adentro, inundado por el miedo de que aquellas cosas volvieran.
    Ya en la casa todo volvió a silenciarse, excepto porque el maullido de lo que parecía ser un gato volvió a escucharse, aunque no logre ver nada; solo había paredes y muchas puertas esperando a ser abiertas. No estaba seguro de que debía hacer, así que cerré los ojos y comencé a analizar en el fondo de mis pensamientos alguno que me dijera porque estaba yo allí, cuando había llegado, como lo había hecho, nada tenía sentido. Comencé a revisar mi ropa (que parecía ser una larga pijama negra) con la esperanza de encontrar algo de ayuda, y justo cuando pensé que no había nada de importancia, encontré una gran navaja en mis bolsillos, la saque y abrí los ojos. Ante mí apareció un gran espejo con bordes plateados, del cual comenzaron a oírse de nuevo los maullidos, por lo que lo atravesé.
Estaba en total oscuridad. Sólo una antorcha me permitía ver. Parecía ser una habitación de la misma casa. Observe un poco, y con la navaja en la mano me dispuse a  caminar, más unos segundos después, justo enfrente de mí, dos de las mismas manos que anteriormente había visto salir de la tierra aparecieron, esta vez con sus respectivos cuerpos, de los cuales solo lograba distinguir algunas sombras. Pensé en correr pero algo dentro de mí comenzó a brotar, una furia y un coraje brotaron en mí con gran fuerza, comencé a recordar hechos del pasado.  Lo siguiente fue que con la navaja comencé a acuchillar los dos cuerpos, la sangre brincaba por todos lados. De nuevo escuche los maullidos, que poco a poco se fueron transformando en palabras ahogadas y desesperadas, que al parecer, gritaban mi nombre cada vez más fuerte. Lleno de sangre y con los cuerpos muertos seguí caminando hacia lo que parecía ser un pasillo muy largo que curiosamente se me hacía muy familiar, al igual que otras cosas que había visto, aunque yo estaba seguro de que no tenía nada que ver con aquel lugar, aquel loco y despreciable lugar. Yo solo quería salir de ahí, no me importaba como; de alguna manera el miedo que sentí al principio se había convertido en coraje, en venganza. Estando en el pasillo otro cuerpo apareció también gritando algo que yo seguía entendiendo como mi nombre, más con mucha desesperación. Por un momento pensé en no hacer nada, en bajar la navaja y correr lejos, pero no lo hice y al igual que como hice con las otras dos sombras que parecían cuerpos, lo masacré, no sé porque pero me sentía muy feliz de hacerlo, me gustaba la sangre y ver como salía de aquellos cuerpos, ver como morían esas sombras despreciables, verlos sufrir.
El despertador comenzó a sonar muy fuerte y entonces vi el techo de mi cuarto, apague el aparato y me levante. Todo había sido un sueño, pensé, una pesadilla. Me levante y como todas las mañanas me quite la pijama  y me puse el uniforme para ir a la escuela. Me mire en el espejo de bordes plateados que estaba pegado a la puerta de mi cuarto y me pase al cuarto de mis padres. – Mamá-, -papá- -ya es hora de irme a la escuela- grité, pero nadie me contesto; -hermana- dije y nadie hablaba. Con mi corazón acelerado prendí rápidamente la luz. No pude creer lo que estaba viendo, todo el cuarto estaba lleno de sangre y una gran navaja puntiaguda llena de sangre estaba en la cama. – ¡nooo¡- grite viendo los cuerpos de mis padres en el suelo degollados y ensangrentados, pero fue un sueño, solo una pesadilla, me dije a mi mismo. Salí corriendo al pasillo solo para ver lo que ya había imaginado; mi hermana totalmente desfigurada y asesinada. - ¡¿Por qué?¡- grite, - ¡¿por qué?¡-,- ¡nooo!-. Me quede ahí todo el día llorando y sufriendo. Porque paso eso, no podía ser, fue una pesadilla, o al menos, eso creí.
Nunca volví a ser el mismo, tenía miedo a dormir, tenía miedo a soñar, al ver que las pesadillas, las más horribles que pudiera tener, se volvían realidad por mi propia mano. Tal vez eso es lo que de verdad quería en el fondo de mi alma, esa era mi personalidad, mi psicosis. Al menos creo que ya he encontrado la solución o alguien más lo hizo por mí. Ya no matare a nadie más estando amarrado de pies y manos en ese cuarto horrible de manicomio, o al menos, por ahora. Aunque claro que quiéralo yo o no, las pesadillas nunca acabaran y algún día aunque yo no lo quiera, se cumplirán.


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