A unos cuantos pasos
Esto sucedió un miércoles 11 de mayo del 2007.
Días antes la familia de mi novia desaprobó definitivamente que nos siguiéramos hablando y que nos volviéramos a ver. Ya que ella se encontraba en Atlanta, Georgia y yo en Durango.
En ese día soleado y caluroso me dispuse a partir hacia los Estados Unidos. Tenía solamente un boleto de Omnibus de México. Con el cual podía viajar a cualquier parte de la republica mexicana en el horario que quisiera. 17:30 a Matamoros, Tamaulipas fue el destino y horario elegidos. Así pues partí sin llevar ni un solo centavo en mi bolsillo y con una mochila pequeña a mi hombro derecho que contenía solamente una botella con agua, mi chamarra de la suerte y con la gran motivación del amor que en aquel entonces sentía por mi chica.
Tras haber estado cinco meses sin verla y con la ilusión de llegar el día de su cumpleaños a como diera lugar. Durante el trayecto en el autobús iba escuchando música y pensando en mi chica. Recordaba todas esas veces en que nos hablábamos por teléfono con la ilusión de volvernos a ver. Aquellas veces que para mí era invisible al no poder verla junto a mi pero yo veía atreves de ella al escucharla y saber que estaba bien allá. Aunque no la podía tocar, en mis sueños yo la podía sentir. Y que la distancia no lo había ganado al amor.
Luego de doce horas de largo camino por fin llegue a la central de Matamoros a las seis de mañana aproximadamente.
En ese entonces me sentía al 100% físicamente pues llevaba once meses preparándome para los exámenes de ingreso a la Fuerza Aérea Mexicana. Sin mirar atrás me dirigí hacia las aduanas del puente internacional. Donde vi antes de llegar que a lo lejos se empezaba a ver una fila atascada de vehículos que pretendían ingresar a los Estados Unidos. Mientras que por el otro carril eran contados los autos que salían de allá para entrar a México.
La manera en la que logré infiltrarme fue zigzagueando de carril en carril para no ser interceptado por los oficiales de aduanas. Por un carril era más fácil pasar desapercibido pues en medio de la multitud era difícil distinguir mis movimientos mientras que por el otro me fue más difícil, ya que me encontré con dos oficiales que diferentes ocasiones me dijeron “you can't walk here, You go in against” (tú no puedes caminar aquí, tu vas en contra) a lo que respondí con mi pobre ingles que había aprendido en la preparatoria, pero con mucha confianza en mi “It happens that my papers forgot me and now I want to return to U.S.A. for them” (sucede que se me olvidaron mis papeles y ahora quiero regresar a E.U.A. por ellos).
Después de caminar unos cuatrocientos metros llegue á unas oficinas que cubrían casi todo el ancho de los carriles. Era donde inspeccionaban los carros y verificaban los documentos. Las oficinas tenían un escaso metro de alto de concreto y el resto de las bardas era de vidrio, así que tuve que pasar a rastras justo enfrente de ellas. Librando ese obstáculo inmediatamente me levanté y apresuré el paso hacia lo que era el último tramo antes de llegar a la cima del puente, fue ahí donde vi a dos personas que a mi parecer eran de origen latino, por fortuna no llame su atención así que sigilosamente pasé desapercibido.
En seguida llegué a una puerta entretejida de alambre que se suponía debió haber estado cerrada. Para mi buena suerte estaba abierta y me encontraba solo, caminé hacia ella como un maratonista a punto de cruzar la meta. Justo a un lado de ella se encontraba una placa un poco oxidada y de metal que decía “Limite de los Estados Unidos Mexicanos y de E.U.A. Brownsville, Texas/Matamoros, Tamaulipas.” En ese preciso momento mi celular hizo un sonido extraño el cual indicaba que estaba fuera de la cobertura nacional.
Cabe mencionar que debajo del puente corría el Rio Bravo, en lo personal no me pareció tan bravo más bien lo vi bastante tranquilo. Y confieso que me quedé con las ganas de cruzarlo. Siendo así y de la forma en que lo estaba haciendo me parecía increíble que lo estuviera logrando, pues había escuchado tantas historias de personas que desafortunadamente se habían ahogado en el río o que los agarraba la migra en el intento de cruzar en incontables ocasiones. Esta no era la primera vez en que estaba allá. Ya lo había hecho anteriormente cuando tenía tres años y con mi familia por supuesto. En ese entonces si tenía mi visa y pasaporte sólo que años más tarde se me venció y no la renovaba aun.
Entonces bajé hacia el otro extremo del puente y continúe caminando y posteriormente corriendo unas cuatro horas hasta que llegué a las orillas de Brownsville, Texas. En una gasolinera vi a un camionero de origen colombiano al que le pedí que me llevara cerca de Houston, Texas y el accedió con mucha amabilidad. También me prestó su teléfono con el que me pude comunicar con mi chica ya que el mío no tenía señal obviamente. Ella me dijo que estaba muy preocupada por mi porque había hablado con mis padres y no sabían que me encontraba allá. Entonces me pido que regresara porque el camino aun era muy lago y podía ser muy peligroso. Además me dijo que para ella no importaba lo que su familia pensara sobre nuestra relación y que de una u otra forma estaríamos juntos. Me convenció y desistí de continuar mi camino hacia Atlanta. Aunque con un poco de frustración por no haber logrado mi objetivo en ese momento, regrese a Durango y días después me fui a México con la condición de mis padres de que fuera a presentar los exámenes de ingreso a la Fuerza Aérea y después de aquello me renovaron la visa y el pasaporte. Fue así que por segunda ocasión me dirigía a Georgia en busca de mi chica aunque esta vez sí llegué y por fin estuvimos juntos un maravilloso y largo tiempo.
Pero esa es otra historia…
¿Qué si lo volvería a hacer?
una y mil veces más por esa persona que hará que me levanté con ánimo todas las mañanas, la que me hará sentir más especial de lo que ya me sentía. Con esas bonitas sensaciones en el pecho y en la boca del estomago. Que me haga abandonar mis intereses o darles otra prioridad. Como cuando una canción o un sólo espacio me hacen recordar. Ahora estará alguien ahí, aunque no esté conmigo… me robó parte de mi, ya no es lo mismo estar solo porque ya sé cómo es no estarlo.
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