Ella va en el metro, en el primer asiento. Bien sentada, pensando quien sabe qué cosa, distraída, las manos sobre la falda. Se detiene el metro como otras veces en el trayecto, pero… esta vez, sube un hombre con aspecto agitado y movimientos rápidos. Se le había hecho tarde para el próximo asalto, sí, era un vil ladrón.
El hombre tenía un aspecto agradable iba bien vestido; con su traje negro y muy bien planchado, una camisa azul adornada con su corbata a cuadros, de inmediato capto la atención de aquella mujer, trayendo con ello un profundo suspiro.
Se sentó a un lado de ella, dando el olor a una fragancia muy costosa, sus manos parecían muy tersas, ella imaginaba que tocaban cada parte de su cuerpo y los labios carnosos y de un color cereza tocaban sus mejillas, su cabello parecía perfecto, como si un cepillo de seda hubiese pasado por él. La piel de aquel hombre tenía un aspecto tan suave, como si fuera de un bebé recién nacido.
Ya cuando se aproximaba la estación donde se bajaría la mujer, decidió hablarle, cautivando al hombre por completo. Llegada la estación, bajaron los dos; dirigiéndose a un hotel de paso para rentar una habitación, aquel seria su testigo de amor, esas cuatro paredes que rodeaban una cama, la cual fue testigo de las noches de pasión que hay ocurrieron. Fue tanta la locura de aquellos dos extraños, que hasta el ladrón olvido el salto de ese día.
Así cada noche se encontraban en el mismo hotel y en la misma habitación, donde el invierno se había primavera y la noche se hacia el paraíso eterno.
Días después el hombre le conto su secreto, la mujer se dio por enterada que él era un vil ladrón, y su especialidad era asaltar bancos; así fue como se dio por muerta la pasión de aquella noche. Al día siguiente, su foto aparecía en todos los noticieros, donde se decía: “se busca ladrón de bancos”.
El hombre tuvo que Salir huyendo del país, dejando a la mujer sola y sin una explicación. Dos años después la muchacha se encontró con el ladrón y le pidió que la matara, ya que desde aquel entonces ella quedo perdidamente enamorada de él, y nunca lo había podido olvidar, causando su peor sufrimiento.
Pensó que sería mejor si él la matara, y así terminar con su martirio, el hombre con lágrimas en sus ojos respondió: -- no mi amor yo sería incapaz de hacer eso--. Acordaron verse todos los fines de semana en aquella habitación, la cual fue testigo de aquel nuevo amor. Así fue por un largo año, ya que decidieron casarse y formar una linda familia.
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