No hay cosa más triste que ver a un hombre derrotado por una mujer. Hoy yo te vi partido en dos; con la hombría por los suelos llorar por mi. No podía creer que yo hice eso de ti; que yo doblegué sin siquiera querer hacerlo esa fortaleza que tú tanto presumías. Perdóname...esque no me alcanzó el amor para más. No sé si la culpa fue tuya o mía, pero eso no es lo más triste, sino que en realidad no me interesa, ahora sólo quiero vivir.
Ya sé qué se siente ser esa ingrata de la cual tantas canciones hablan, pero la gente no sabe cuán incomprendida es esa ingrata, ni cuánto sufre su papel, ni tampoco por qué lo hace. Nosotras, las ingratas, ya fuimos víctimas alguna vez y simplemente hemos aprendido que debemos ir un paso adelante, que a la primera señal debemos correr. Y no es por miedo, es instinto de supervivencia. Tampoco es que no sepamos amar, al contrario, amamos más que nadie, más sinceramente, más de verdad. Por eso defendemos tanto el corazón, para no volver a llorar.
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